¿Recuerdas la
propuesta de reescritura de la fábula de los tres hermanos? Aquí te presento una magnífica creación que surge de esa propuesta. Toda una sorpresa que merece la pena leer hasta el final.
Una vez mi madre me contó por qué mi padre se tenía que marchar para no volver jamás.
Mi padre y sus hermanos iban por una solitaria
carretera y se encontraron con un río que era demasiado peligroso como para
cruzarlo nadando. Entonces agitaron sus varitas e hicieron aparecer un puente
en el que la Muerte se les interpuso, fingió felicitarlos y le dio opción a
elegir un premio a cada uno. El mayor eligió la varita más poderosa que existiera,
el mediano el poder de devolver la vida a los muertos y mi padre, el más listo,
pidió que le diera algo con lo que pudiera irse de allí sin que ella le pudiese
encontrar: le entregó su propia capa de invisibilidad. Desde aquel día no se
volvieron a ver.
Mi tío el mayor se fue a una aldea y mató a un mago,
pero esa noche otro mago le mató y se llevó su varita. Así fue como la Muerte
se lo llevó.
Mi tío el mediano resucitó a la mujer con la que se
iba a casar, pero ella se volvió triste y oscura por que no pertenecía al mundo
de los vivos. Entonces mi tío se arrebató la vida para estar junto a ella. Así
fue como la Muerte se lo llevó.
En cuanto a mi padre, continuó esquivando a la Muerte hasta que se hizo mayor,
encontró a mi madre, y me tuvo a mí. Cuando cumplí diez años, mi padre se quitó
la capa y me la dio. Sabía que iba a llegar ese día, pero fue inoportuno para mí. Llegó la Muerte y mi padre la recibió como a una vieja amiga, pero yo sabía que era
mentira. Así la Muerte se llevó a mi padre. Y ahora soy yo el que se quita la
capa y te la da a ti.
Lucía Muñoz Esteban, 1º ESO C.